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UN OASIS EN TRES CANTOS ENTRE LA ACTUR Y EL SOTO DE VIÑUELAS

Un servidor estuvo apareciendo por este nuestro Tres Cantos, lo que es la ACTUR, cuando se iniciaban los apoteósicos movimientos de tierras. Posteriormente, por el año 1981, era un currante más de Tres Cantos S.A. la que entonces era fundamentalmente una obra pública, pues apenas había ladrillos y sí mucho hormigón y asfalto. Resultaba que desde una fecha indefinida, pero que siempre se recordará, la famosa Hípica, que en aquel entonces tenía caballos y picadero, era un bonito edificio y de las muy escasas raíces que tenía Tres Cantos.


La Hípica está construida en fábrica de ladrillo con mortero bastardo como a cuarterones, con una cubierta también muy bonita que juega a veces a cuatro aguas y acabada en una teja vieja ya con musgos y líquenes. Ahora que ya no hay caballos, los boxes se mantienen como falsa fachada de la espléndida galería, todo acabado en madera que vuelca al tranquilo y hermoso jardín en donde se alza una carpa de madera jugando con el resto.
Este lugar es muchas cosas y para mí es un rincón en donde he pasado muchas y muchas horas de asueto con un café, un vino, una limonada y siempre con un buen libro. El lugar y los anfitriones siempre me han regalado la paz de ese extraordinario cobijo.

Hoy en día es un restaurante, un buen restaurante, que tiene la impronta de D. Manuel Gómez (empresario hostelero) y su fenomenal cuñado D. Domingo Noya (muy reconocido cocinero en muchas plazas en el extranjero). Ahora, son sus hijos, mis amigos Margarita Gómez y Arturo Torres los que gestionan el lugar. Como soy amigo, me da pena que la propiedad no sea de ellos por cómo lo miman y lo cuidan, aparte de que con los empleados aquello es una gran familia tricantina.

Para el que no lo conozca, convendría que se pusiera al día porque es un pequeño conjunto bien diseñado y muy simpático en donde tricantinos «se han bautizado», han hecho la «primera comunión» y, al correr los años, en el mismo lugar «se han casado» y, por tanto, han pasado muchas películas por los salones y el jardín.
Como hemos dicho, es un restaurante, pero a mí se me olvida completamente lo que es en su explotación para sentirme en uno de los sitios más simpáticos y bonitos de Tres Cantos que ha quedado medio encerrado, por lo que se podría decir una agresiva
construcción de adosados que crecen en mancha de aceite hasta cuajarlo todo.
Me ha llegado y parece ser una realidad que hay voluntad de que a corto, medio o largo plazo desaparezca como tal el restaurante La Hípica. Sin investigar urbanísticamente el asunto, tiene toda la pinta de ser una desconsideración y un crimen al poco patrimonio histórico que tiene Tres Cantos. Es decir, en tiempos, se cargaron los magníficos Estudios Verona, sede de Tres Cantos S.A., para construir adosados encima.

Este edificio singular de Tres Cantos podría entrar a formar parte del catálogo de los edificios singulares. Así se preserva para siempre y se convierte en raíz e identidad de la «New Town». Asunto que sería polémico, pues claro, no favorece la especulación, sino todo lo contrario. Tres Cantos, necesita un buen listado de arquitectura buena y digna, incluyendo los edificios singulares para que la gente lo conozca y lo disfrute municipal, metropolitana y cosmopolitanamente. Y, por otra parte, para que se preserven y se cuiden. 

A mí me dolería mucho, pero mucho, que siguiera el mismo camino La Hípica, ya que podría tener un bonito resultado como el que tuvieron las Vaquerizas por iniciativa del Ayuntamiento, es decir, recuperarlas para el pueblo. Para eso no hace falta expropiarlo, sino respetar los intereses de la propiedad, los inquilinos y los del pueblo que, como hemos dicho, necesita las raíces, la identidad y los servicios. A mí particularmente me ha llamado mucho la atención que tan escondido está el restaurante (entre Soto de Viñuelas y la ACTUR) que hay muchos vecinos que no lo conocen y a pesar de ser un restaurante bueno, no es más caro que los demás de su categoría.

Tres cantos es un magnífico lugar para la restauración. Tenemos tanta oficina e industria que hay mucha demanda y competencia y creo que tenemos unos niveles muy buenos y el termómetro puede ser la calidad y precio de los menús.

Por si las moscas, quiero hacer un ruego por si alguien estuviera tentado y es que en arquitectura siempre hay que construir y nunca destruir y, si destruyes algo, es para sanearlo y sustituir la parte podrida y siempre apeando toda la operación. Tiene mucho que ver con la vida, pues debemos construir con base en lo que tenemos y más con las filosofías contemporáneas en las que de alguna manera se combate el mercantilismo exacerbado y el consumismo frívolo que se traga lo que tiene valor desde varios puntos de vista.
Por último, cuando se derriba un edificio hay que pensar lo que costaría volverlo hacer. Sobre todo teniendo en cuenta si tiene riqueza de mano de obra por cualidades artísticas o etc. Sería misión imposible porque se trataría de una reposición de restauración.
Por tanto, desde aquí ruego a quien tenga superior criterio que se cuide el edificio con sus jardines como patrimonio de Tres Cantos.

Luis Mosquera Pedrosa
Arquitecto Jubilado

«UN OASIS EN TRES CANTOS ENTRE LA ACTUR Y EL SOTO DE VIÑUELAS» es una colaboración de Luis Mosquera con Tres Cantos Plus y no tiene ningún vínculo publicitario.

 

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