«Las olvidadas», por Daniel Almagro.
Explica cómo atienden a las mujeres en Misión Emmanuel y sus problemas y por qué son descartadas por el poder impidiéndolas hasta ser madres.
Comienzo este artículo sabiendo que va a ser difícil dar a entender el mensaje, pues conozco los prejuicios que existen, y que pueden desviar la atención hacia los derroteros que han colocado ahí, los que utilizan todo con fines políticos o más bien ideológicos, fomentando la polarización y la separación de las personas, facilitando el control sobre las mismas. «Divide y vencerás».
Recuerdo que un 8M, día de la Mujer, llamó a nuestra casa de acogida una joven sudamericana que había llegado a Madrid desde un pueblo de Extremadura con la intención de trabajar, pero no pasó la entrevista y las promesas que le habían realizado se truncaron. Estaba en Madrid sin nada, pero buscando acogida en Google se topó con la Misión Emmanuel. Por teléfono tenía una voz temerosa y triste, quedé con ella en una parada de autobús cercana a la misión. Cuando llegó me llamó y fui a buscarla, estaba lloviendo y ya era de noche, cuando me acerqué, la vi y estaba encogida, su mirada expresaba miedo.
No podré olvidar nunca esa imagen.
Le indiqué el camino y fuimos juntos hacia la misión, parecía que mi atuendo y mis palabras la tranquilizaron. Una vez en la misión su cara cambió al ver cómo la recibieron los jóvenes acogidos y al conocer a mis hijos, pues mi mujer estaba trabajando. La mujer venía de un Madrid manifestándose por la mujer, pero ella estaba sola, nadie la había acogido, ni hablado… Sinsentidos de la vida.
Otra acogida urgente fue el caso de nuestra Paola, una mujer trans hondureña amenazada de muerte, tras haber sobrevivido a varios intentos de asesinato, con una bala en la pierna y zonas de su cuerpo quemadas, que acogimos durante el confinamiento, porque la embajada española no había encontrado ninguna institución subvencionada, ni plataforma LGTBI que pudiera o quisiera acogerla.
Esto nos hizo conocer la auténtica realidad de la mujer migrante en España, impulsando aún más nuestro camino hacia acompañamiento y acogida integral de estas mujeres.
Hace unos días, unos compañeros de la asociación llamada Mundo Motiva (Proyecto de inclusión, Campo Motiva), con los que estamos trabajando para la inserción de las familias acogidas, nos pidieron ayuda para una mujer extranjera joven de sudamérica con dos hijas que había llegado hacía poco tiempo para reunirse con su marido, pero una vez aquí, este se desentendió de ella, pues parecía que eran un estorbo para su nueva vida. Esta mujer se vio sola, con dos niñas a su cargo, sin más ayuda que la de unos paisanos que le ayudaron como pudieron, indicándoles lugares donde ir, acabando en un recurso del ayuntamiento para la acogida humanitaria, que no dura más que un mes y después tendría que abandonarlo. Con la amenaza de que si no encontraba un sitio, sus hijos pasarían a ser tutelados por la comunidad de Madrid, no le ofrecieron más salidas, ni más ayudas.
Esta joven estaba entre la espada y la pared de una institución limitada por la burocracia.
Solo necesitaba un lugar y un trabajo, porque ella no tenía otros problemas. ¿Hay algo más duro como separar a una mujer de sus hijos? Creo que no existe otro maltrato peor para una mujer que es madre.
Esta situación nos dio un vuelco al corazón y decidimos dar respuesta acogiéndola con ella y a sus niñas. Por justicia había que darles un hogar temporal hasta que se fuera estabilizando su situación. Nuestro módulo de acogida de emergencia para familias ya estaba ocupado por otra mujer con una niña y un bebé que nació aquí, con nosotros (Emmanuel). Y en la casa grande, solo había chicos de diversas nacionalidades, con otro ritmo…
Intentamos buscar acogida llamando a otras puertas e incluso hacerla en otro lugar que gestionáramos nosotros, todas las puertas que tocábamos se iban cerrando por una u otra razón, la razón económica en esta ocasión ha sido muy determinante. Y llegó el día de salir y fuimos a recogerla en la furgo para traerla a casa, era el lugar mejor que le podríamos ofrecer y así lo sentíamos. El día de antes preparamos la habitación grande para ellas redistribuyendo a los chicos en otros lugares de la casa.
El albergue en el que estaban acogidas era un lugar lleno de módulos prefabricados, ¿el ayuntamiento de Madrid no puede construir unas viviendas con un poco de más calidad? Nosotros tenemos el módulo porque no hay otra opción pero ¿el ayuntamiento de Madrid? A lo mejor también es pobre.
Fue un regalo acogerlas, todos los demás aquí también lo sintieron igual.
Mis hijos pequeños se pusieron a jugar con la pequeña con total naturalidad y es que nosotros vivimos en comunidad, como una gran familia.
Pero las dificultades no acabaron aquí, ahora teníamos que escolarizar a las niñas, para lo cual nos dirigimos a la comisión de escolarización del ayuntamiento, aquí les pedían estar empadronadas en Tres Cantos, les explicamos que para realizar sus papeles no podían trasladar su padrón, pero nos dijeron que si no tenían todos los requisitos las niñas quedarías sin escolarizar. Así que nos dirigimos a la DAT Norte, la inspección de educación de la zona norte de Madrid, en la que nos dijeron que no había problema para escolarizarlas si les hacíamos un certificado de que estaban viviendo en la Misión Emmanuel. Finalmente, conseguimos el objetivo y ahora las niñas asisten a clases ya.
Esta situación no deja de ser algo que alimenta el círculo vicioso en el que se encuentran estas mujeres invisibles, que son víctimas, de verdad, de un maltrato tras otro.
Estas mujeres olvidadas tienen que soportar el maltrato por parte de sus parejas y es que no podemos obviar que a pesar de que la población extranjera en España no supera el 14%, un 45,2% de los que mataron a su pareja o expareja eran extranjeros.
La mujer necesita verdadera igualdad, no igualitarismo, forzando situaciones de igualdad sin sentido. Como enfermero, sé muy bien de la capacidad de la mujer, solo necesitan el mismo trato para hacer valer sus capacidades y el mismo trato no es una discriminación positiva o paternalista.
Solo hay que ver las universidades plagadas de mujeres, gracias a Dios y al trabajo de muchos.
Lo que necesitamos todos es buscar la verdad y «la verdad nos hará libres», como dice en el evangelio de Juan 8:31-38.
Aunque a muchos no les guste escucharla y la Verdad no es otra cosa que la realidad que se vive ahí fuera, donde tantas mujeres sobreviven a la sombra de sus maridos, que a su vez viven a la sombra de culturas donde la mujer no vale nada. O las mujeres que viven a la sombra de un puente esperando que alguien les dé la oportunidad que todos precisamos para atravesarlo y quedarse después sin nada…
Es la Misión Emmanuel, ponemos nuestro granito de arena en la liberación de los hombres de las ideas subyugantes hacia las mujeres, intentando equiparar todos los trabajos sin dejar de atender las peculiaridades de cada persona, sea hombre o mujer. Esto nos ha descubierto el gran amor y respeto que sienten las personas de otras culturas hacia la mujer, que puede aportar mucho a nuestra sociedad.
Si sabemos y nos anticipamos a la realidad normalizada de algunos de estos países de origen, trabajando la equidad que estas personas y el respeto mutuo. Es una necesidad imperiosa como la de la realización de un acompañamiento y seguimiento de las familias o personas que se van incorporando a nuestra sociedad, evitando cualquier tipo de estigmatización que pueda comprometerles.
Para eso necesitamos un plan para la migración que Europa no quiere, prefiere las barreras físicas y administrativas.
Dios os bendiga.
Daniel Almagro
Hermano de la Comunidad Misión Emmanuel, presidente de Abraza África y enfermero.