miércoles, 16 julio, 2025
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InicioLa CiudadA vueltas con el golf. Carta abierta a mi amigo Guillermo Salvat 

A vueltas con el golf. Carta abierta a mi amigo Guillermo Salvat 

A vueltas con el golf. Carta abierta a mi amigo Guillermo Salvat 

Yo, Luis Gonzaga Mosquera Pedrosa, arquitecto, vecino de Tres Cantos y vinculado desde hace muchos años al Partido Popular, me dirijo a mi amigo Guillermo Salvat (concejal de VOX en el Ayuntamiento de Tres Cantos) con el interés de argumentar para conseguir unas instalaciones deportivas que incluyan un campo de golf que, a mi modo de ver, sería magnífico para Tres Cantos. 

Por un lado, se podrían tratar terrenos de tal forma y con tal cuidado que mejoraran todo el entorno y, por consiguiente, también el medio ambiente. La mano del hombre es capaz de pintar un cuadro como lo hace Antonio López o lo hizo Velázquez en su día, enriqueciendo un lienzo en blanco. Aquí, puede ser cualquier paisaje el que se enriquezca. Tengo escrito y publicado en la revista Tres Cantos Plus un artículo titulado La intervención del hombre procurando la mejora del medio ambiente. Hay tantas cosas y materias primas en la naturaleza que el ser humano enriquece con su actuación y les da un valor artístico e incluso poético. Es la intervención del hombre inteligente la que puede llegar a ser casi más perfecta que la naturaleza misma. Pensemos, por ejemplo, en un automóvil de última generación: creación humana cuya belleza es comparable, casi casi, a la de la naturaleza e incluso algunos la consideran superior. 

Yo no juego al golf, pero he sido socio de clubes que se han distinguido y hecho conocidos por sus campos de golf. Aunque no practico el deporte, he salido muchas veces al campo, acompañando o simplemente paseando. Es un deporte muy sociable: la preparación para salir, el equipo, los zapatos con tachuelas y la cervecita al regresar. Incluso un jefe que tuve me decía que para el trabajo era estupendo, pues durante dos o tres horas puedes tratar temas profesionales mientras juegas, algo que en una comida resulta más incómodo y breve. Además, no es tan caro como muchos piensan. Si eres asiduo, socio o tienes algo concertado, el coste es razonable. 

Como hemos dicho, se forman grupos, se celebran campeonatos, se juega al aire libre, tiene mucho de paseo y se pueden jugar varios hoyos. Tiene tanta atracción que industrias y comercios buscan asentarse en torno a los campos de golf. Cuando en Tres Cantos se hablaba de unas instalaciones de golf en el Parque del Este (lindando con Soto de Viñuelas), Decathlon quería venirse. El deporte llama al deporte y, junto al golf, vendrían otros que atraerían a deportistas y público, favoreciendo así el comercio. Incluso se contempló la llegada de un hotel y se llegó a hablar de que El Corte Inglés quería instalarse en la zona nueva, cosa que hoy sería bastante inviable. 

Tres Cantos es una ciudad con muy baja densidad de población. Durante el día, muchos vecinos se desplazan a trabajar a otros lugares. A nosotros, los tricantinos, nos interesa que venga gente de fuera, atraída por nuestras actividades y deportes, lo que generaría un consumo beneficioso para el comercio local. Estamos muy cerca de Madrid, a solo 17 km de Plaza de Castilla, y pronto estaremos aún más cerca gracias a la operación Chamartín, que hará que Madrid llegue hasta la M-40. Algún día se cerrará la M-50 y tendremos entonces un campo de golf en Tres Cantos, a las afueras de Madrid. 

La baja densidad de población hace deseable una población diurna que venga de fuera, atraída por las ofertas deportivas de Tres Cantos, lo cual generaría un impacto económico muy positivo, especialmente para el comercio. Las oficinas, industrias y vecinos de Tres Cantos pueden sostener muchas instalaciones deportivas, pero sin duda serían más sostenibles si contamos con la atracción metropolitana del entorno. 

Pensemos, por ejemplo, en El Escorial. Tiene su interés, pero lo que realmente lo hace atractivo es su maravilloso monasterio. Siempre el casco urbano está lleno de visitantes. Además, tiene un campo de golf excepcional, La Herrería. Lo tiene todo. Nosotros debemos competir trayendo gente a Tres Cantos para que vean las cosas hermosas que tenemos aquí. 

Hay un pequeño ejemplo de lo que se puede lograr, y dejo el mérito a Joaquín Aracil Bellot (arquitecto), Luis Miquel Suárez-Inclán (arquitecto) y Jesús Ruipérez (arquitecto): conseguimos plantar Tres Cantos. Pueden imaginar que, cuando se metieron las máquinas, los pocos matojos que había desaparecieron y aquello se quedó como un desierto. No entraré en la bondad de la plantación, pues me dicen que hay árboles que incordian, pero se puede aprender para hacerlo mejor en el futuro: evitar polen y evitar árboles enanos. La ciudad está llena de cuerpos negros —las fachadas— que absorben el calor y lo sueltan por la noche. Y ni hablar del asfalto, pues el asfalto sí que es un cuerpo negro, negro, negro, imaginen ustedes un radiador que irradia por la noche. Se puede incluso jugar con los vientos, disponiendo los bloques según los vientos dominantes para conducir las corrientes de aire y jugar con las láminas de agua y bosquetes para conseguir mejor humedad relativa. 

El laguito artificial de Tres Cantos, construido en el Parque Central por Tres Cantos S.A., iba a ser más grande, pero se redujo por presupuesto. Aun así, por su gran lámina de agua, contribuye a una mejor humedad relativa del aire, al igual que las fuentes, las láminas de agua, etc. Convendría hacer muchas más, que no es caro. El césped, bien cortado y muy humedecido —lógicamente con agua reciclada, que tenemos en Tres Cantos— ofrece una gran sensación de confort. Desde hace años propuse jardineras hechas in situ de hormigón, cuajadas de trepadoras, para que esas fachadas oscuras respiren y aprovechen la luz para la fotosíntesis y eviten que se abrase el ladrillo. 

Considero que el clima es muy importante. Tres Cantos tenía en el proyecto original unas disposiciones que se podrían retomar: un trazado urbano que permitía recorrer prácticamente toda la ciudad bajo soportales. Todavía quedan restos en el Sector Literatos y otras zonas donde se conserva el planeamiento inicial. Esto puede recuperarse con elementos ligeros, bien diseñados, casi industriales, que permitan al vecino moverse a cubierto del sol o la lluvia. Como decía el gran arquitecto Federico García Germán, recientemente fallecido: “Con buen diseño se resuelve todo”. Pero, claro, el buen diseño lo tienen que hacer los arquitectos. Si no, sería como si en un quirófano interviniera un ingeniero. 

Podríamos seguir hablando mucho sobre esto, porque el clima está de moda. Debemos adaptarnos a él, porque él no se adaptará a nosotros. Y no es difícil, ya que está casi todo inventado. Por ejemplo, las cubiertas de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid son flotantes, con una cámara de aire que evita el sobrecalentamiento. Eso se puede aplicar en nuestras cubiertas también y hay muchas más soluciones. 

Continuaremos, como siempre, al servicio de los vecinos, desarrollando propuestas sobre climatología, tema que en mi época se estudiaba con seriedad y tenía incluso cátedra propia. Y si queremos aprender de climatología, debemos mirar a la España rural. Allí los muros eran muros, con gran inercia térmica; los techos eran altos, las casas frescas, orientadas al sol del mediodía, con penetraciones de luz a levante y poniente rasantes, parras, muros de argamasa y adobe. Eso y otras muchas cosas eran sabiduría popular aplicada al clima y al hábitat.

El orden es fundamental. La democracia es estupenda, pero supone el sacrificio del más preparado al servicio del prójimo, porque si no está al servicio se corre el riesgo de que algunos dominen, se aprovechen o manipulen. Quizá esto también ocurre en la naturaleza. Me encantaría pensar como Frank Lloyd Wright, arquitecto orgánico, porque creo que siempre debe haber un orden, y ese orden debe estar guiado por quien sabe ordenar. En la naturaleza, ese papel corresponde al hombre, si está civilizado y formado. La creación debe estar al servicio del ser humano, pero también el hombre debe servir a la naturaleza como ser superior. El hombre es bueno y malo; todos lo somos. Hay que fomentar lo bueno y combatir lo malo, aunque no está de moda eso de combatir, ya que supone sacrificio. 

Esto viene a cuento de que, si hay que hacer un campo de golf, quizá haya que sacrificar pequeñas cosas. No se me ocurre ahora el qué, pero puede que sí. Si hubiera algún bichito que conservar, se le puede hacer un hábitat o trasladarlo a un lugar próximo. Lo que no acepto es que alguien defienda a los bichitos y, al mismo tiempo, esté a favor del aborto. Para mí, eso es indiscutible: entre cuidar bichitos o seres humanos, hay que cuidar sin duda alguna a los seres humanos y, cuidando a los seres humanos primero, cuidar también a los bichitos. 

Por otro lado, recordemos que Tres Cantos tiene bastantes instalaciones deportivas gracias al suelo que proporcionó el magnífico planeamiento original de los años 70, diseñado para el ACTUR, o lo que ahora llamamos el casco histórico. No así con los parches urbanísticos que se han hecho después, grandes o pequeños, sin esa visión global y social. 

Para terminar, quiero destacar uno de los grandes valores que tiene Tres Cantos y que a menudo se pasa por alto: la presencia de los 800 guardias civiles en la Comandancia de Madrid, sita en Tres Cantos. Con su SEPRONA, cuidan y vigilan la tranquilidad, la paz y la seguridad de todos nosotros y de la naturaleza. Para mí, son estos señores del SEPRONA los que mejor saben lo que es atentar contra la naturaleza. Desde aquí, este servidor les da las gracias profusamente. 

Viva España y viva el Rey. 

Luis Mosquera Pedrosa

Arquitecto 

Ex jefe del Departamento Técnico de Tres Cantos S.A

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