PENSANDO EN ALTO, por Luis Mosquera
Introducción
Este articulillo no es un artículo, es un compendio de ideas que a borbotones vienen de la cocorota y que algunas repito, pues las he tratado en otras ocasiones. Primero diría de Isabel Díaz Ayuso, que ver cómo peleas, luchas y te partes la cara acompañada de tus fieles, pero aun así, son poco. Te enfrentas a un Gobierno lleno de “jetas”, con sopotocientos mil medios y recursos a su favor, que incluso utilizan los institucionales. Y esto no es un juego, porque un juego al menos tiene reglas, y estos sopotocientos mil hacen trampas.
No cabe duda que entre esta gente habrá algunos mejores y otros peores, unos supuestamente buenos y otros supuestamente malos, para mí todo funciona como un pesebre, y un pesebre cada día más enorme, porque con un pesebre se compran las voluntades, y porque me cuesta creer que media España sea boba. Esto viene a cuento porque España tiene una tradición imponente y no se ha dejado pisar fácilmente, y ahora parece que la ingeniería social consigue que la comodidad dé lugar al pasotismo, lo que más me preocupa son los buenos contagiados por los tóxicos.
No somos iguales, la mujer que vale, vale más
No entiendo cómo no se indigna el pueblo español —al menos los que ya tenemos unos cuantos años— al ver cómo se trata a una mujer, que para mí también es una señora, aunque eso moleste a algunos. En la vida, si vamos pisando huevos, acabamos mal y vendidos a los poderosos. Y poderosos los hay de muchos tipos: económicos, psicológicos, simplemente de poder, etc. Y estos no saben otra cosa que vivir en un mercado, mercado de influencias, mercado de poder, etc., y lo más grave, el mercado de los sentimientos y las manipulaciones.
El poderoso y el inteligente deberían aprender a amar de verdad al prójimo, amar de forma legionaria, como si novio de la muerte fueras, para darlo todo sin miedo, y hasta la vida darla por el prójimo, sea este listo o tonto –aunque no por los traidores–, porque seguramente el tonto sea tonto y no malo. El inteligente, si lo es de verdad, debe trabajar y dar sentido a su vida al vivir felizmente, dando servicio al prójimo, pensando en todos y para todos, y eso requiere una buena dosis, llamemos de cariño, el cariño no es otra cosa que el amor.
Cuando Isabel Díaz Ayuso todavía no era Presidenta y mi intuición masculina me dijo que tenía un gran potencial, escribí un artículo para arroparla y acompañarla, porque entendí que merecía la pena y no me equivocaba porque ha superado todas las expectativas. He seguido escribiendo y ahora, ya es una realidad como he dicho. Como todo el mundo, tiene momentos más brillantes que otros, pero reto a quien sea a que intente demostrarme que no es brillante, pues Doña Perfecta se murió y de ahí se puede sacar su importante humanidad.
No la conozco personalmente por muchos motivos, entre otros mi gran dificultad para la movilidad, solo escuchándola por televisión o en el mitin al que asistí en el Parque de Berlín, a mí me enamora su autenticidad –esa que tantos ponen en duda–, y deduzco que lo hacen solo para atacarla, pues como dice el chiste, «el que lo huele debajo lo tiene», ya que la atacan desde todos los frentes, pero me imagino que para ella como para muchos, significan medallas que te ponen en forma de cruz, las envidias y egoísmos de los más miserables de la sociedad. Realmente, es una de las mujeres que, como Brigitte Bardot, simbolizan los anhelos de un pueblo. El secreto debe ser que las mujeres son más fuertes que los hombres.
He publicado que deseo que llegue a ser presidenta del Partido Popular y eso le llevará también a ser Presidenta de la nación. Ambas cosas requerirán un gran sacrificio, pues si ya ahora vive atareada, más lo estará entonces. También he dicho que es la persona que más me sujeta dentro del Partido Popular, pues es un referente para mí y me gusta que sea, además, mujer.
Mis amigos en el Partido Popular, casi todos, están ya con Dios. Me quedan pocos de esa vieja escuela, todos ellos brillantes. Aquellos que entendieron la política como algo de paso, que no echaban raíces, ni pretendían hacer carrera, ni creerse dueños de la ínsula o del “mambo”. Cumplieron su misión y su servicio, y luego se marcharon. Da un poco de pena, porque dejaron muchos huecos que hoy han sido ocupados por bastantes mediocres e incompetentes.
No podemos pensar que un concejal, y ya no te digo un Alcalde, un Director General o un Consejero, no tengan un nivel probado de capacitación y honradez. Debían pasar todos los candidatos por examen del tipo que sea, incluido el psicológico, pues ¿qué diferencia hay con la empresa privada que eso es lo que exige?
Me haría ilusión conocer a nuestra Presidenta. No sé si será posible, porque con mi edad y mis goteras, lo posible es que no haya tiempo. Pero mientras el coco funcione, tengo esperanza de que se produzca el encuentro. En los dos mitin que he ido, en el primero te aplastaba la gente, en el segundo me aplastó el sol.
La esperanza de la sociedad
Como me he dedicado a la educación —y también soy el primogénito de cinco hermanos—, estoy convencido de que todo, absolutamente todo el secreto está en la educación y por la educación a la cultura. Y así, el que vale, vale, y el que no… Y afirmo que, muchos de los que no saben hacen carrera donde no deben, y encima se la pagamos nosotros, y me refiero que los que no saben ni estudian ni se forman, hacen una carrera muy especial, que es la de trepar, trepar en la vida política, que es francamente cómodo, y ahí hacer los enjuagues que puedan, de todos es sabido que el poder es peligroso y el dinero otro tanto, dinero y poder es una bomba de hidrógeno.
Como he dicho, he sido profesor de colegio, de formación profesional y un poquito de la universidad. Y ahora, lo que me llega, y no me llega todo, es que se enseñan burradas y no se enseñan cosas fundamentales. Y me pregunto, ¿será también el nivel de los profesores que ha bajado?
Hablando de educación, también recuerdo que había un político local, concretamente de Tres Cantos, que se llamaba D. Antonio Osuna Márquez, licenciado universitario y maestro en ejercicio. Con una memoria prodigiosa y con la fijación de hacer de Tres Cantos, la mejor ciudad del mundo. Éramos muy amigos. Me confesaba sus afinidades y no afinidades, y solía decir, como el mayor elogio del mundo: “esa persona es buena” o “es una buena persona”. Es decir, se fijaba en la bondad del individuo y lo juzgaba desde ahí. No solía decir nada malo de nadie, siguiendo esa buena costumbre de no hablar mal o, al menos, de no hablar si no se puede decir algo bueno. Era muy educado, de la escuela del jesuita Padre Llanos. Aglutinó en una candidatura independiente a muchos vecinos, por su buen hacer e ilusión y al fallecer, dejó el mejor de los recuerdos.
Como estamos hablando de educación, vamos a hablar de nuestra educación personal o autoeducación, que sin ella es imposible la colectiva. Ahora que se ha inventado la inteligencia artificial, es como vivir en presencia de Dios salvando las distancias, que las hay, ya que casi casi va por delante y juzga tu conducta. Por otra parte, debe de ser una buena psicoanalista, pues hilando e hilando llega a conocer las intenciones y su origen. Así, puede corroborar la detección de las mentiras, tan frecuentes en estos tiempos de hipocresía y cinismo tan blanqueados por el buenismo imperante. Y ya que hablamos de la mentira, que por algo dicen que es demoníaca, también dicen que las patitas son muy cortas. Está muy superado ya el clásico detector de mentiras. Yo diría que a un ser humano mentiroso, hipócrita y cínico se le pilla en poco tiempo. Esto será para bien si la inteligencia artificial se usa con ética, con moral y al servicio de la libertad y la verdad.
Hay mucha gente guapa, pero a los que me refiero son todos feos, porque la moral y la ética se transpiran, y pueden hacerte ver guapo a un feo, y feo a un guapo.
Colorín colorado
Diré que tengo la sensación de estar viviendo un cuento de gaznápiros en vez de un cuento con final feliz, porque no me explico cómo, en España, con más o menos acierto, logramos entre todos una transición pacífica —en la que nos abrazábamos— y que supuso un enorme sacrificio para muchos que renunciaron a tantas cosas, para que ahora pretendan hacer un lavado de cerebro y resetear la historia y enfrentarnos los unos con los otros.
Por último, soy monárquico. No sé qué sería en Estados Unidos, ya que no tiene raíces monárquicas, aunque hoy y ahora les vendría muy bien tener un Jefe del Estado que sea el Rey. Pero soy monárquico porque, en esta España nuestra, hasta los republicanos de hoy deberían serlo. Porque si alguno de los que supuestamente se imaginan ustedes llegara a ser Presidente de la República, estaríamos apañados del todo.
¡Viva España y viva el Rey!
Luis Mosquera
Arquitecto