jueves, 2 octubre, 2025
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Cincuenta y cuatro años de Descartes periféricos

Cincuenta y cuatro años de Descartes periféricos no es la historia de un profesor de matemáticas especializado en temas de geometría, sino que es la realidad de mi hermano que ha llegado a los 54 años siendo desde hace muchos años uno de los protagonistas de lo que el papa Francisco llamó “los Descartados” de la periferia.

De finde, de cumpleaños con parientes y amigos

Más de una vez mi madre hablaba de los descartados en los que hasta ella misma se incluía  con más de 90 años y se consideraba a sí misma una descartada de esta sociedad. 

La evolución demográfica de las personas como mi hermano en los últimos años ha llevado a que, hace 100 años no llegaban a los 45 años, ahora llegan muchos a los 65 años, aunque con aspecto de 85 y ahora la gran mayoría no llega ni a las 14 semanas de vida, “gracias a la Ciencia”. 

¡Oye!, que no le vean, que no salga a la calle, que no le vean los niños porque les puede causar “un trauma”. La realidad es otra. Recientemente, una sobrina nieta ha venido a verle y no ha tenido ningún problema de trauma.

Con tres Saras, de tres generaciones
No habla, no besa, no abraza, pero, de vez en cuando, echa unas miradas en las que es imposible descubrir lo que está pasando ahí dentro.
El anterior papa también hablo de aguantar la mirada de los menesterosos, en este caso los menesterosos somos los que lo miramos. Él tiene resuelto su futuro.

El misterio del sentido de su existencia es algo que queda a cada uno por descubrir. Cada fin de semana vienen a su centro cientos de padres (cada vez menos, van falleciendo) y hermanos (cada vez más) a acompañar un rato a su hijo, hermano, tío, amigo… En todos los casos pasa el fenómeno extraordinario de que el descartado da una fuerza, un sentido, un cariño inexplicable desde fuera. 

Y entre los cuidadores, ¿cómo soportan “unas cosas así” si no son «nada suyo»? Pues porque por “el roce lleva al cariño” y mi hermano se va como loco con sus cuidadoras en cuanto salen a recogerle. 

Cuando alguien me pregunta (más de uno) que adónde vas este finde y les digo que a Ciempozuelos, hacen el chiste fácil de: ¿vas al psiquiátrico?, y les digo: “efectivamente, a ver a mi hermano” y luego les quito hierro después del desliz inoportuno: «Si te portas bien, algún día te llevaré conmigo a verle». Ya han venido varios…

Realmente somos unos enchufados los que tenemos la suerte de poder conocer este paraíso de Descartes, no para cartesianos. Los que conocen en Tres Cantos, Ami3 o Misión Emmanuel saben de qué hablo.

Acabo este relato «Cincuenta y cuatro años de Descartes periféricos» con una canción compuesta por mi hermano poeta, que gracias a la IA ahora es cantautor:

Soy Saimon, llámame Simón

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